Un
sabio Maestro, quiso poner un ejemplo a los discípulos que lo
escuchaban, acerca de las cuestiones del pasado que atormentan el
alma.
Y
para ello contó un chiste, que hizo reír a carcajadas a todos. Al
poco rato, contó otra vez el mismo chiste, y en esta ocasión, los
discípulos tan solo sonrieron un poco. Seguidamente y una vez más,
volvió a contar el mismo chiste, y a nadie le hizo la menor gracia,
permaneciendo todos en silencio, y barruntando que a su Maestro se le
había ido la cabeza; pero al instante, el sabio dijo:
―Si
no podéis reíros varias veces de una misma cosa, ¿por qué lloráis
por lo mismo una y otra vez?
Moraleja:
Olvidemos lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no
rehacerse (Tito Livio,
historiador romano, 59 a. C.-17 d. C.).
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