Existió
un famoso sastre, que confeccionaba los mejores trajes y vestidos,
para la realeza, y cortesanos del reino.
Un
comerciante, le ofreció el tejido más bello, que nunca había
visto, y el sastre lo compró, para elaborar el vestido más elegante
y hermoso, que jamás hubiera llevado la reina.
Afanándose
en su trabajo, se propuso crear la obra maestra de su vida, y así
durante muchos días, estuvo cortando, cosiendo y componiendo el
vestido, hasta que una vez terminado, fue a pedir audiencia a la
reina para mostrárselo.
La
reina al verlo, dijo:
―¡Es
el vestido más horrendo que he visto en mi vida, apártalo de mi
vista!
El
sastre, desilusionado, se retiró con el vestido, siendo el
hazmerreír de la corte, y viendo como su fama menguaba hasta el
punto, que ya nadie le encargaba trajes ni vestidos.
Un
día, el sastre fue a consultar con un gran sabio lo que le estaba
ocurriendo, y el erudito, le aconsejó lo siguiente:
―Coge
el vestido, desármalo, vuelve a coserlo, y se lo presentas a la
reina.
Y
así lo hizo el sastre, de nuevo ante la reina con el vestido, ésta
exclamó:
―¡Qué
maravilla de vestido! Me lo quedo y serás recompensado por ello.
El
sastre sin comprender nada, fue otra vez ante el sabio y le preguntó
por qué en esta ocasión a la reina le había gustado el vestido,
cuando era el mismo de la otra vez. Y el sabio repuso:
―Es
el mismo vestido, pero el primero lo hiciste con orgullo, y el
segundo, con humildad, y así es como se hacen las grandes cosas en
la vida.
Moraleja:
Lo único que el hombre debería tener en exceso es la humildad
(anónimo).
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