Cedro

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lunes, 8 de mayo de 2017

La dignidad

En el primer día de clase, el profesor de: Introducción al Derecho, entró en el aula y se dirigió a un estudiante sentado en la primera fila:

¿Cuál es su nombre?

Me llamo: Nelson, Señor. ―Respondió él.

¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! ―Gritó el catedrático de modo muy áspero.

El estudiante, desconcertado, se levantó, recogió sus apuntes y salió de la clase. Todos los demás, estaban asustados e indignados, pero por temor a represalias, nadie dijo nada.

¡Muy bien! Vamos a comenzar. ―Exclamó el profesor para seguidamente preguntar:

¿Para qué sirven las leyes?

Los estudiantes seguían intimidados por el agravio, pero poco a poco empezaron a responder a la pregunta:

Para tener orden en la sociedad. ―Respondió un alumno.

¡No! ―Dijo el catedrático.

Para cumplirlas. ―Afirmó otro.

¡No! ―Negó tajantemente.

Para que las personas paguen por sus malas acciones. ―Dijo un tercero.

¡No! ―Insistió el profesor.

Para impartir justicia. ―Dijo una joven con voz tímida.

Muy bien, y, ¿qué es la justicia? ―Volvió a preguntar.

Los alumnos comenzaron a sentirse molestos con la actitud vil y déspota del docente. Sin embargo, continuaron respondiendo:

Es salvaguardar los derechos humanos. ―Respondieron.

Bien, ¿qué más? ―Preguntó el catedrático.

Es diferenciar el bien del mal, recompensando a quienes practican el bien, y castigando a los que hacen el mal. ―Manifestaron.

El profesor, en un tono más distendido dijo:

Bueno, no está mal, pero respondan a esta pregunta:

¿Actué correctamente expulsando a Nelson del aula?

Todos los alumnos guardaron silencio, por temor, y nadie respondió. Pero el docente insistió, que quería una respuesta unánime y sincera.

¡Noooo! ―Contestaron todos a la vez.

Se puede decir: ¿que he cometido una injusticia? ―Preguntó el catedrático.

¡Sí! ―Respondieron ellos.

Y ¿por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y normas, si no tenemos la voluntad necesaria de ponerlas en práctica? ―Preguntó el profesor―. Cada uno de ustedes, tiene la obligación de protestar cuando sean testigo de una injusticia. ¡No vuelvan a permanecer en silencio ante un abuso! Vayan a buscar a Nelson. Después de todo, él es el maestro, yo tan solo soy un estudiante de otro curso anterior.

Y recuerden que cuando no se defienden los derechos, se pierde la dignidad, y en cuestión de dignidad, no cabe negociación.


Moraleja: La dignidad es lo primero que tratan de quitarte, pero es lo último que se debe perder (Anónimo).

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